Todos conocemos el famoso “Diario de Ana Frank”. Un libro que ha marcado a generaciones de personas, y del que se han hecho multitud de reediciones, e incluso películas, teatro y series de televisión.
Sin embargo, existen estudios periciales que han puesto en tela de juicio su autenticidad.
Recordemos un poco el tema. Ana Frank era una niña judía capturada por la Gestapo, que tras varias vicisitudes, murió de tifus en el campo de concentración de Bergen-Belsen. Mientras estuvo escondida con su familia hasta su detención, durante la ocupación nazi de Holanda, escribió un diario (entre el 12 de junio de 1942 y el 1 de agosto de 1944), que a su muerte fue encontrado por su padre, Otto Frank, y quien lo publicó en 1947 con el resultado que hoy todos conocemos.
Desde luego, siempre llamó la atención leyéndolo, que el lenguaje utilizado por esta niña en su diario fuera tan maduro y muy poco apropiado para su corta edad (13 años). Pero nadie se planteó sospecha alguna, hasta que algunos empezaron a dudar.
En el diario aparecen, además de lo escrito cada día, muchas anotaciones al margen, correcciones, comentarios y añadidos en las hojas, hechas en tinta azul, negra, roja y a lápiz.
En 1960 se encarga a la famosa grafóloga y perito calígrafo Minna Becker un estudio pericial, en el que determina que todo el texto, incluidas las anotaciones, fueron hechas por una misma persona.
A partir de aquí, las cosas se empiezan a complicar. En un estudio posterior realizado veinte años después, donde se analizaron las tintas y el papel utilizado en el diario, se descubrió que algunas de las anotaciones fueron realizadas con tinta de bolígrafo.
Este hecho comenzaba a poner en evidencia al famoso diario. Teniendo en cuenta que el bolígrafo no fue patentado hasta 1943 por el húngaro nacionalizado argentino Lazlo Biro, y que no fue hasta 1951 cuando se empezó a comercializar a gran escala, resultaba imposible que Ana Frank lo utilizara en su diario (falleció en 1945). Recordemos que según se había dictaminado previamente todas las anotaciones que aparecían estaban hechas por la misma persona.
A lo largo de esto este tiempo, han existido multitud de análisis periciales sobre dicho manuscrito, muchos de ellos, también es verdad, claramente intencionados y subjetivos. Se ha llegado a utilizar al “Diario” como un arma política, tanto por los sectores judíos como por los antisemitas.
La “Fundación Anne Frank”, que es la que vela por todo lo relacionado con el “Diario”, contraatacó por ejemplo con otros informes de expertos donde se exponía la idea contraria a la ya expresada con anterioridad.
Sin ir más lejos, con el hecho de que las anotaciones a bolígrafo solo aparecen en dos hojas del diario, y que al parecer fueron hechas por una de las grafólogas que trabajó en el estudio realizado en 1960.
Incluso también se indica en estos informes técnicos posteriores que la letra manuscrita encontrada en esas dos hojas difiere “considerablemente” de la del resto del diario.
Un estudio muy exhaustivo se realizó a principios de los ochenta, por parte del laboratorio del Instituto Forense de los Países Bajos. Los resultados de dicho estudio constan de más de 250 páginas, y la mayor parte del informe se dedica a las conclusiones sacadas de un minucioso estudio grafológico de cotejo, así como a un extenso estudio técnico documental.
Así, según este informe, el Diario de Ana Frank fue escrito por ella entre 1942 y 1944.
Podemos comprobar, por tanto, que existen informes y contrainformes de todos los tipos y calibres, utilizados siempre a beneficio de los intereses que cada uno quiera defender.
De todas las maneras, queda un hecho muy significativo por aclarar, y que todavía a día de hoy hace despertar sospechas sobre el diario, y que cualquier grafólogo puede comprobar. Si se compara la escritura de Ana Frank que aparece en multitud de cartas y tarjetas que remitió a lo largo del tiempo a familiares que vivían en Suiza, todas indubitadas y expuestas por la propia «Fundación Anne Frank», podemos apreciar serias diferencias que no se pueden achacar a una evolución normal en una niña de esta edad.
En las imágenes superiores, el primer texto corresponde a una carta remitida a su abuela y la segunda al propio «Diario». La diferencia de tiempo es de un año, y sin embargo, como se puede apreciar, las disparidades gráficas enormes. La primera es más propia de una niña de 12 ó 13 años, mientras que el nivel de forma de la segunda es súmamente más avanzada, más típica de una persona de edad adulta. Es imposible un grado de evolución semejante en tan poco tiempo.
Es evidente que visto lo visto y a día de hoy, aún faltan por realizar análisis grafológicos y periciales definitivos sobre el “Diario” que estén regidos por el más absoluto rigor científico y exentos de todo valor parcial.
Esto ya, en la actualidad, será prácticamente imposible que se lleve a cabo, dadas las grandes implicaciones e intereses existentes con este tema. La respuesta definitiva sobre la autenticidad o falsedad del famoso “Diario” quedará siempre, por desgracia, en lo que cada uno quiera creer al respecto.